La dama desde su almena imaginaria divisaba al Señor de los misterios, al Dueño de los fantasmas, al Rey de las librerías de viejo.
Pero el dueño de los sueños y fantasmas, de los misterios y mágicos libros estaba abstraído en su castillo, encerrado en sus estanterías o en sus fábulas.
No había respuesta a su sonrisa, ni mirada cómplice a la suya.
Entonces la dama abrió un libro, un libro de cuentos y de hadas. De hadas olvidadas, abolidas y presentes, e inició la andadura de su verbo.
Y ocurrió que a la palabra de la dama respondió el gesto del Señor de los misterios.
El dueño de los fantasmas y los sueños. el Señor de todos los secretos, el cazador encantado, sonrió a la sonrisa de su dama..
Y ésta salía de su almena de juguete, nadaba en la sonrisa regalada y flotaba. Flotaba como las historias y los libros y las escaleras y las librerías y las firmas famosas y los mejores deseos y los bellos sueños y las hadas y su lago.
Y todo ocurría en aquella casa de Cultura, mientras ella divagaba en una conferencia
cualquiera y él aparentaba escuchar.
cualquiera y él aparentaba escuchar.
Dibujo Yara Mendoza Marrodán
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